Cuando Celina empezó a hacer moños para su hija, nunca imaginó que eso se convertiría en un pequeño negocio en crecimiento. Todo comenzó hace más de una década, cuando nació su hija. Ella y su esposo, recién llegados de México y sin familia cercana, contaban únicamente con su unión y sus hijos. Hacer accesorios era simplemente un acto de amor, no un plan de negocios.

Pero en los partidos de fútbol, otras mamás notaban los moños y empezaban a preguntar de dónde eran. Su esposo la animó a venderlos. Poco a poco, comenzó. Sus primeras clientas fueron otras mamás del equipo. Promocionaba su trabajo hecho a mano en OfferUp y Facebook. Al principio vendía poco, pero nunca dejó de crear.

Durante años, Celina llevó su negocio sola—permisos, precios, promoción—todo sin apoyo formal. “Ni siquiera me consideraba una verdadera empresaria,” comparte. “Tenía el negocio, pero aún no creía en mí misma.”

Un día, Dayana, una exemprendedora que ahora trabaja para el condado, la invitó a compartir su experiencia. Celina contó su historia, y ahí conoció a Prospera. Ese mismo día se apuntó a su primer taller y poco después asistió a la Cumbre anual. “Fue un antes y un después para mí,” dice. “Desde el primer momento sentí que pertenecía. Siempre había algo nuevo que aprender, y ya no estaba sola.”

Desde entonces, ha participado en casi todos los programas de Prospera—Crece, Planea tu Negocio, Lanza, el Bootcamp y ahora Acompaña, una incubadora con acompañamiento intensivo. Planea tu Negocio fue la primera vez que escribió un plan de negocio formal, después de nueve años emprendiendo.

El acompañamiento personalizado de Acompaña ha sido especialmente transformador. “Los talleres son muy buenos, pero el acompañamiento uno a uno—ahí está la magia. Se trata de mi negocio, mi visión y mi crecimiento.”

“Me emocioné mucho cuando me aceptaron. En solo seis meses, cambió por completo mi negocio.”

Celina Luna, fundadora de IKSI Accessories

Con el apoyo de Prospera, Celina ganó más que herramientas: ganó confianza. “Me recordaron que yo soy la parte más importante de mi negocio.”

Esa confianza la llevó a actuar. Abrió una cuenta bancaria para su negocio, organizó sus finanzas, y en febrero de 2025 invirtió en una impresora DTF para expandirse al diseño de ropa personalizada, productos digitales y más. También comenzó a construir un fondo de emergencia para separar gastos personales y del negocio.

Uno de los aspectos más impactantes de su camino ha sido el enfoque en el bienestar holísitco. “Ser mamá, esposa y emprendedora—es fácil olvidarte de ti misma. Los talleres se convirtieron en mi tiempo, un espacio para mí.”

También se atrevió a dar un paso nuevo: ofrecer su primer taller. Durante la temporada baja de verano, organizó una clase de moños para niñas. Aunque tenía nervios, en junio llegaron 11 niñas. Con el apoyo de su asesora, puso un precio justo y promovió el evento en redes. “Pude expandir lo que ofrezco y enfrentar mis miedos.”

Hoy, Celina no solo vende productos hechos a mano—está construyendo un negocio sostenible, conectando con otras emprendedoras y dándose espacio para crecer como persona.

Y sobre todo, ha encontrado una comunidad que la ve. “Necesitamos más espacios como Prospera. Mucha gente todavía no sabe que existe ayuda como esta.”

Desde los campos de fútbol hasta las sesiones estratégicas, la historia de Celina nos recuerda: emprender no es solo sobre productos, es sobre personas. Y cuando las emprendedoras latinas son vistas, acompañadas y celebradas, sus negocios—y sus vidas—florecen.

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